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Thursday, July 07, 2005 |
MÚSICA/ Piazzolla, el papá del `tango intelectual´ |
Este año, con la conmemoración de la muerte de Gardel y del nacimiento del tango, de todo se habló menos de Piazzolla.
Carlos Gardel comenzó su carrera en las fondas de Abasto y en los centros políticos con canciones folclóricas. Al cumplir los 31 años, luego de que a los 27 recibiera elogios por la interpretación de su primer tango en público: Mi noche triste de Samuel Castriota y Pascual Contursi, en el Teatro Empire de Buenos Aires, se le oyó un nuevo repertorio por completo conquistado por el tango.
Por esa misma época, a 420 kilómetros al sur de la capital de la Argentina, en Mar del Plata, nació el 11 de marzo de 1921 lo más excelso de la innovación de este ritmo: Astor Pantaleón Piazzolla, porque traduciría lo que hasta el momento había sido goce exclusivo de los melancólicos arrabales en una hermosa sinfonía que se traspondría a la capacidad del oído popular.
Como un niño prodigio, Piazzolla empezaría a tocar el bandoneón a los ocho años edad, en New York, acompañado de sus padres. Ese artilugio, que puntea el andar lánguido de la voz herida y aguda, que revive las historias de desamor y ausencia a blanco y negro, quedó desde su niñez imantando en sus manos de artista.
Un hombre polifacético, pues no sólo tocaría el bandoneón y el piano sino que también dedicaría su vida a convertirse en uno de los mejores compositores y arreglistas de tango. En los años treinta, el tango despertaba de su relativo letargo, cuando a los 11 años el geniecillo de la lírica argentina compuso su primera melodía La catinga.
En 1944, al lado del famoso vocalista Francisco Fiorentino grabó 24 temas entre los que sobre salen Nos encontramos al pasar, Viejo ciego, Volvió una noche y sus dos primeros tangos instrumentales La chiflada y Color de rosa. Astor Piazzolla desde sus inicios se presentó como el disidente de los moldes del tango.
Sin embargo, su primera orquesta no fue la ruptura de lo tradicional, mas la puso a la misma altura de las de Alfredo Gobbi, Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Horacio Salgán y Francini-Pontier. De ese preámbulo nacieron las demostraciones de su notorio talento para componer Pigmalión y Villeguita. La gran pasión que tenía por el piano y la música clásica por poco lo aleja del tango.
Ese pequeño bache dentro de su carrera hizo que, después de cumplir sus estudios en el Conservatorio de París, volviera a la Argentina con ímpetu renovador, esta vez con orquesta de bandoneón y cuerdas, que dieron con el nacimiento de Tango del ángel, Melancólico Buenos Aires y Tres minutos con la realidad.
Más adelante en el Quinteto Nuevo Tango combinaría el bandoneón con el piano, el violín, la guitarra eléctrica y el contrabajo, experimento que tuvo muy buena aceptación sobre todo en el público universitario.
Aunque ―según algunos tangueros― "Piazzolla no es tango", consideran que la cúspide de su éxito se dio en la creación del Octeto Buenos Aires, en el que dirigió la interpretación de grandes tangos tradicionales, como Mi refugio, Arrabal, El Marne, Los mareados. De igual manera destacan tangos como la Balada para un loco y Chiquilín de Bachín que se dieron a conocer como el cenit de su carrera a finales de los sesenta.
Piazzolla además de haber trabajado con grandes cantantes como Héctor de Rosas, en sus milongas, Jorge Sobral y Aldo Campoamor, en sus antologías, Edmundo Rivero, en sus composiciones sobre poemas y textos de Jorge Luis Borges; también se codeo con los más célebres concertistas, conjuntos de cámara y orquestas sinfónicas de la Argentina, Francia, Italia y New York.
Este año, 13 años después de su muerte, para recordar el testamento musical del `Padre del tango intelectual´ tendríamos que ir incluso al fútbol, pues compuso hasta temas para el Mundial en la Argentina, durante la dictadura militar de 1976, y gratamente podemos conocer más Piazzolla a través del cine, en sus obras de concierto y música que grabó para más de 40 películas.
Por CHRISTIAN PARDO Para CAMBIO
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escrito por Christian Pardo
@ 4:59 PM
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