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Friday, December 17, 2004 |
ENTRETENIMIENTO/ Fiestas de casa en Navidad |
Por esta época de recogimiento y reflexión, la rumba pasa de ser un plan de fin de semana para convertirse en un evento a posteriori a la novena, a los dos platicos de natilla, al buñuelo y al rememorado cántico “Ven, ven, ven, ven a nuestras almas… no tardes tanto, no tardes tanto, Jesús, ven, ven, ¡ven!”.
Aunque en Bogotá desde finales de octubre había arbolitos, pesebres y alumbrados, la rumba se prende a primeros de diciembre por la despedida de semestre de la universidad, y del año en la empresa; la primera comunión de la primita; que el mejor amigo se aburrió de vivir bueno, perdón, que se casó; que quedamos campeones; que por fin terminé con mi adorado tormento, en fin, las excusas sobran, para reunirse con la familia y los amigos, y celebrar la Navidad y el Año Nuevo como Dios manda.
Sin embargo, los agasajos de estas festividades rompen con todos los cánones de la rumba propiamente dicha. En términos de logística, el Dj, no es el más estético que digamos, puede en algún momento de la noche mezclar a un Pastor López con un Jean Paul.
La razón de esto es porque el tío no ha podido organizar la torre de acetatos y cds, y no sabe muy bien qué es eso del beat por minuto y mucho menos un sampler. Él chuza el play y ya. El sistema de programación musical, se podría llamar por demanda por aquello de “Pónganse algo de salsita” o “¿Tiene algo de Juanes?”.
También es casi imposible crear un ambiente de penumbra, o baila oscuras o a pleno bombillo. Jamás verá un juego de luces robotizadas, pendiendo del techo de la sala, iluminando aquel cuadro de la Última Cena, que sus abuelos le regalaron a sus papás el día que compraron el apartamento. Y tampoco verá un show de medianoche, salvo que los dueños de casa se encuentren muy lejos de sus aposentos y algunas de las féminas invitadas al jolgorio estén subiditas de tragos.
Eso y muchas cosas más, hacen posible que, en esos momentos de juerga, se presenten situaciones menos tensas de las que podrían darse en un bar o en una discoteca. Sí, señor, es en las fiestas decembrinas, o mejor, en las `fiesta de casa´, en donde cada ser humano se muestra tal cual es.
Sin efectos ópticos y sin la música a los decibeles acostumbrados, no pasan inadvertidos: el paso con saltico de Juan José cuando baila `Calí Pachanguero´, la cantaleta que la novia le da a Alejo, la rumbiada de Sofía con César Augusto y luego con Mauricio, y ni que hablar de la cara de velorio de Paola porque el novio se fue para los Estados Unidos.
Como bien dice la canción, “…unos van alegres, otros van llorando…”, no obstante, con tanto vino, ron, cerveza y el infaltable aguardientico, que a la fuerza se lo hace beber a uno el vecino. La idea de estar triptongo (costeño triste, según Daniel Samper) desaparece o se olvida. Es entonces, la hora de ponerle la buena cara a la vida y prender la fiesta.
Ni se acuerde que es a usted a quien le toca recoger el pesebre y guardar el arbolito con sus 152 adornos. Tampoco le eche cabeza cómo le va decir a su papá que se tiró el semestre. Eso eche pa´lante que lo que no hizo antes de estas fechas, le figuró empezarlo o terminarlo en el 2005 porque, desde que el calendario entra al duodécimo mes del año, los días son más cortos y las rumbas son más largas. Por eso, colombiano que se respete estará comprando regalos y todo para la cena, el 23 de diciembre a las cinco de la tarde.
Hay que alegrarse por poder celebrar un año más al lado de sus seres queridos, de sus amigos: de universidad, de colegio, de barrio u oficina. Y obviamente festejar otro año más en este país de berracos que aunque no somos los más devotos al Sagrado Corazón, llevábamos sagradamente en nuestro orgullo patrio: el cóndor en vía de extinción, el Canal de Panamá que ya no tenemos y el oro del que sólo quedó el Museo y las medallas que Bogotá ganó en los Juegos Deportivos Nacionales.
Entonces, no lo piense más y saque a bailar a la prima que siempre le ha echado el ojo o a la vecina que está botándoselos todos desde que llegó. ¿No me diga que le quedó grande Catalina?: Mírela. Ella merece o ¿va decir que no? Eso apersónese de la rumba porque a sus amigos y a su tío “les quedó grande” manejar el equipo de su casa. “Ponga algo para nosotros lo viejitos, Andrés, mire a ver dónde dejó su papá el cd de los 14 Cañonazos”.
Ande pilas porque como es una `fiesta de casa´ siempre hay el que confunde el baño con la cocina o el que le coge su cuarto y sus sábanas, para hacer lo que ya sabemos. Entonces, además de anfitrión, Dj, mesero, le tocó ponerse a vigilar a sus amigos. Acuérdese que el requisito fue “lo dejamos hacer la fiesta, pero mañana quiero la casa como un espejo”.
Aunque si la idea es hacer de su casa un bar swinger, de una noche, es posible que no pueda bailar con la niña que tanto le gusta por estar de Dj. Eso causaría algo peor: tendría que ver cómo cada uno de sus amigos despide con honores el 2004, y usted jodido por su condición hospitalaria que lo obliga a ver los toros desde la barrera.
Para decirlo en términos de villancico, en cada casa habrá un grupo de amigos y tal vez algunos familiares que desde que llegó diciembre con su alegría “beben y beben y vuelven a beber…”. Al otro día, hay personajes como usted, nobles, buenos amigos, líderes incansables, jóvenes llenos de energía, que mientras sus conocidos descansan plácidamente: en su cuarto, en la sala y en el estudio, no saben de todo el desorden qué es lo primero que van a recoger.
Por CHRISTIAN PARDO Para EL TIEMPO
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escrito por Christian Pardo
@ 12:38 AM
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